18 enero 2015

En Europa se ponen a la venta las iglesias vacías

Durante una noche reciente, dos decenas de jóvenes en monopatines realizaron peligrosos saltos al interior de una vieja iglesia aquí, observados por un mosaico de Jesús y una solemne variedad de santos de piedra.

Este es el Centro de Patinaje Arnherm, una extraña reencarnación de la Iglesia de San José, que en su momento resonaba con las plegarias de casi 1.000 fieles.
Es una de cientos de iglesias cerradas o amenazadas por una cantidad cada vez menor de fieles, que plantean un dilema para comunidades, e incluso gobiernos, en toda Europa Occidental: ¿qué hacer con edificios en su momento sagrados y ahora vacíos que se pueden ver cada vez más en zonas rurales que van desde Gran Bretaña a Dinamarca?
El centro de patinaje quizás no dure mucho tiempo. La antigua iglesia tiene problemas de filtración de agua y necesita reparaciones urgentes; la ciudad les cobra los impuestos a los patinadores; y la iglesia católica, que aún es dueña del edificio, intenta venderlo a un precio que no pueden pagar.
“Estamos en tierra de nadie”, dice Collin Versteegh, el hombre de 46 años encargado del lugar. “No tenemos margen de maniobra”.