15 mayo 2010

Recuerda que el publico es el protagonista de tu presentación


Si hay algo claro en cualquiera charla, presentación breefing o keynote es que el fracaso es exclusivamente responsabilidad del ponente. Él es el que tiene en su mano toda la información necesaria para el triunfo: temática, número y perfil de los asistentes, fecha y hora del evento, situación de la charla dentro del programa general del evento, etcétera.

Antes de nada, lo principal es conocer a la audiencia. Y nada mejor que preguntarnos por sus inquietudes, temores, situación del mercado en el que compiten, las dudas que van a intentar resolver, etcétera. Y para ello, un poco de googling no viene nada mal.

Otro aspecto de éxito ante una audiencia pública que merece planificar son los mensajes principales a transmitir (el leit motiv de la conferencia o presentación) y cómo se va a mantener a la audiencia atenta, porque ésta se despista y aburre hasta con el vuelo de una mosca. Para evitarlo, los expertos dicen que merece planificar hasta el número de interrupciones al discurso que se van a realizar para atraer o relajar a la audiencia (chistes, casos, vídeos, ejemplos, etcétera) y vigilar el tono de voz para enfatizar y atraer en ciertos momentos. Sin embargo, un conferenciante con tono excesivamente alto y constante suele intimidar a la audiencia.

Teniendo claro y estudiado el leit motiv de la conferencia o presentación, seleccionar y acertar con los 2-3 mensajes principales sobre los que girará toda ella es mucho más fácil. Intentar exponer más ideas es un error porque a la mente humana le es difícil retener por encima de ese número. Los que saben de comunicación dicen que es mejor asegurar la captación de un único mensaje que dejar a la audiencia sobreexpuesta a un batiburrillo de mensajes que no dejarán poso alguno.

En cuestiones de comunicación pública, una magnífica presentación puede convertirse en una charla soporífera y para olvidar si olvidamos el cuerpo y el alma del conferenciante. En cuanto al primero cabe pensar sobre el estilo en la vestimenta, el aseo, cómo hay que moverse en un espacio para transmitir dominio y confianza y, sobre todo, el lenguaje corporal. En definitiva, se trata de tener apariencia y cierta fotogenia.

Y lo que es más importante si cabe: el alma de todo aquél que se mueve en un estrado frente a una audiencia se transmite en su grado de moderación, la positividad de su mensaje, la organización mental, su cultura general y, en estos tiempos, en su preocupación por las personas y el entorno.

El estilo de presentación de Steve Jobs y la aplicación Keynote, sin ser una garantía de éxito, son dos opciones a tener en cuenta; si decidimos utilizar las denostadas powerpoints podemos buscar un puntito de innovación incrustando diagramas, mostrando vídeo, añadiendo sonido, programando las transiciones, etcétera.

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