A los pocos minutos de aterrizar en Caracas, se pueden entender gran parte de las distorsiones de la economía venezolana. Basta pasar por una de las. casas de cambio de monedas, ubicada estratégicamente junto a las correas de recepción de equipaje, llamada Italcambio, la cual cambia los dólares de los turistas a la tasa oficial: 2,15 bolívares fuertes por unidad de la moneda estadounidense.
'En realidad, son 1,98 bolívares porque hay comisión', dice el joven venezolano que atiende al otro lado de la vitrina, y que con actos repetitivos lleva a cabo el burocrático trámite: tomar nota de los datos del turista, fotocopiar un par de veces el pasaporte, rellenar un par de formularios y marcar las huellas digitales de los pulgares de ambas manos en dos documentos distintos junto a la firma del recién llegado. Luego de 10 minutos (casi media hora en total, si sumo a las dos personas que me antecedían en la fila), el turista logra su cometido: cambiar US$100 por Bs.F. 198.
El trámite resulta mucho más simple y rentable si se acude a los mecanismos alternativos de cambio de divisa que ofrece el aeropuerto. Taxistas, guardias, e incluso el oficial que timbra el pasaporte de entrada ofrecen cambiar dólares por una tasa más conveniente: Bs.F. 5 por cada dólar. Así el turista obtiene Bs.F. 500 por los mismos US$100, en un trámite que sólo dura unos 15 segundos.
'A mí me dan Bs.F. 5,3 por cada dólar y se los compro a usted en Bs.F. 5', dice un joven llamado Eric, uno de los tantos que compiten en el aeropuerto de Caracas por captar la atención del viajero. Aunque lleva una placa que lo identifica como taxista oficial del aeropuerto, el joven reconoce que tiene más interés en cambiar dólares que en una carrera en su taxi de Bs.F. 170, hasta un exclusivo barrio de la capital venezolana.
La diferencial de tasas entre el dólar oficial y el paralelo pueden generar negocios jugosos para quienes logran comprar el dólar a la tasa oficial y venderlo en el mercado paralelo. Arbitrar en el aeropuerto el valor de un solo dólar permitía una utilidad de más de BS.F. 3 por cada 2,15 invertidos a mediados de noviembre, cuando el dólar paralelo se cotizaba por sobre los Bs.F. 5. Unos meses antes, su valor estaba en Bs.F. 7, por lo que la ganancia era incluso mayor.
Pero lo que es conveniente en el mercado informal del aeropuerto resulta ser aún mejor para el mercado financiero de Venezuela, que en los últimos años ha desarrollado un sofisticado mecanismo para arbitrar tasas de cambios entre el oficial y el paralelo, en un sistema en el que participan casas de corretaje, bancos y el mismo gobierno.
Aunque Hugo Chávez y su ministro de finanzas, Alí Rodríguez, critican fieramente las actividades de especulación vinculadas al tipo de cambio, las instituciones que presiden, incluyendo a la enorme petrolera estatal Pdvsa, han generado un esquema que permite las ganancias extraordinarias de sus instituciones y de los agentes financieros a costa de un alto endeudamiento del sector público venezolano. Y de paso, incrementando el riesgo sistémico de la industria financiera venezolana, que reinvierte sus ganancias en activos poco transparentes y de dudosa. sostenibilidad.
El mercado permuta requiere dólares. El arbitraje cambiario no es novedad en América Latina. De hecho, era la regla en las economías de la región hasta hace algunas décadas, cuando lo normal era tener tasas de cambios fijadas por el gobierno para desincentivar la fuga de capitales, la especulación contra la moneda y otros objetivos. Con el cambio fijo -con un dólar más barato que lo que diría el mercado-, el que tiene acceso a divisas se hace rico, pues puede venderlos en los siempre presentes mercados paralelos, donde se transa a valores más altos.
Pero el caso venezolano tiene una peculiaridad en comparación con los históricos controles cambiarios latinoamericanos. Desde que el gobierno de Hugo Chávez fijó el valor del dólar en febrero de 2002, se fue creando un mercado dual. Un mercado para ciertos importadores de bienes prioritarios como alimentos y bienes de capital para manufacturas estratégicas, cuyos agentes pueden comprar divisas al precio oficial, a través de una institución llamada Cadivi. Este mercado oficial, restringido a unos muy pocos jugadores -en el que son también beneficiados algunos con buenos contactos políticos-, coexiste con el de un mercado paralelo que funciona a través de las instituciones financieras que intercambian valores denominados en dólares y bolívares -y no la moneda en sí, que sería ilegal-, a una tasa de cambio que, para distinguirla de la oficial, llaman tasa de permuta.
Gran parte de las empresas que requieren dólares para operar, desde multinacionales a importadores, acuden a este mercado de permuta que está dominado por las casas de bolsa tradicionales y las casas de corretaje, y en menor grado, por los bancos comerciales.
'Los bancos tardaron más en entrar a este mercado de permuta porque es una zona gris de la economía, por lo que dudaron', dice el director ejecutivo de una de las mayores casas de bolsa de Caracas, quien pide no revelar su nombre. 'Las casas de bolsa y las casas de corretaje fueron más ágiles y se quedan con la mayor parte de las transacciones'.
Distintas estimaciones dicen que este mercado suma unos US$100 millones diarios y que va al alza. Para quienes intermedian estos cambios, las ganancias no son difíciles de calcular: entre Bs. F. 0,05 y Bs. F. 0,1 por dólar intercambiado, en promedio, según operadores de la industria. 'Un grupo de amigos que forman una casa de corretaje y juntan capital para intercambiar 10 ó 15 millones de dólares al mes, pueden generar una ganancia de Bs.F. 500.000 mensuales'. Eso explica que de la docena de casas de corretaje que había hace un par de años en Caracas, se haya pasado hoy a 44, y que estén activas las 64 casas de bolsa con un puesto en la Bolsa de Caracas, pese a los bajos niveles de transacciones de acciones.
Pero este mercado permuta requiere dólares. Si no los tiene, el precio de la divisa sube para sus participantes, afectando la ya altísima inflación que esté año cerrará en cerca de 30%. Esta es una de las razones que ha llevado al gobierno y a Pdvsa, la poderosa petrolera estatal, responsable de originar el 97% de las divisas del país, a participar de este mercado permuta.
La manera de intervenir es a través de la emisión de deuda con una característica especial: son papeles denominados en dólares, pero que se pueden comprar en bolívares en el mercado local. Esto permite a los agentes financieros comprar papeles con bolívares y luego revenderlos en dólares, generalmente a un inversionista extranjero o a una persona natural que sale de viaje. Este papel del gobierno, no obstante, se compra con una prima y se vende con una tasa de descuento al inversionista extranjero. En la pasada, gana el emisor que, gracias a la prima, recibe más dinero del que registra en sus pasivos (generando un ingreso contable extraordinario); el inversionista final que recibe un papel venezolano en dólares con un altísimo rendimiento, y el intermediario que logró transformar sus bolívares en dólares, con lo cual puede alimentar el mercado de dólares permuta, cuya tasa es similar a la que se puede encontrar en el aeropuerto.
PDVSA, el nuevo banco central. Al gobierno no le gusta reconocer la existencia de este mercado. De hecho, tiene prohibido a cualquier venezolano informar sobre el valor del tipo de cambio permuta o paralelo. Pero así como la industria se ha encargado de generar un mecanismo de información no oficial para difundir la cotización de la moneda estadounidense (como el sitio web bonosvenezuela.blogspot.com y el usuario de twitter @dolarparalelo), el gobierno se ha preocupado de proveer al mercado de los bonos que permitan el intercambio de monedas. Tanto, que Venezuela se convirtió en el país emergente que más deuda emitió en el mundo estos dos últimos años.
Como muchas cosas en Venezuela por estos días, el sistema carece de total transparencia. La Bolsa de Caracas no respondió las preguntas enviadas sobre este tema, y la Asociación Bancaria no respondió las solicitudes de entrevistas de AméricaEconomía. Hay quienes le reconocen méritos a la creación de este mecanismo.
'Es una manera creativa de aprovechar una oportunidad para obtener financiamiento barato y drenar con dólares al mercado, sin necesidad de devaluar, lo cual generaría más inflación por la gran cantidad de productos importados que consume el país', dice uno de los más altos ejecutivos de un popular banco comercial venezolano, y quien solicita no dar a conocer su identidad. 'No va a funcionar para siempre, pero por ahora está bien'
Los bancos de hecho se han beneficiado del esquema pues, para estimular la demanda de bonos, el gobierno les permite a los banqueros adquirir estos papeles denominados en dólares, sin que cuenten dentro del límite de 30% del patrimonio para las reservas en moneda extranjera. El buen rendimiento de estos bonos, algunos de los cuales no pagan impuestos, también explica en gran parte los buenos resultados que han conseguido los grandes bancos venezolanos en el último año.
El rápido incremento de la deuda venezolana no es un tema de preocupación por ahora. 'La deuda pública, según el gobierno está en 24,3% del PIB, pero eso es si calculamos el PIB a la tasa de cambio oficial; si lo ajusto por los distintos tipos de cambios, la deuda llega a 29,8% del PIB', dice Asdrúbal Oliveros, director de la firma de análisis Econalatíca. 'A fines de 2010 el gobierno dice que la deuda será de 37,4% del PIB; nosotros creemos que será de 44,3%'. Según Oliveros, pese al crecimiento de la deuda, no ve riesgos de incumplimientos de pagos hasta 2012, lo cual siempre estará condicionado por el precio del crudo, ante el cual hay margen para operar. Eso es buena noticia para los inversionistas extranjeros que han encontrado en los papeles de Pdvsa, por ejemplo, rendimientos de hasta 15% anual en dólares, mientras que el de un papel de la petrolera brasileña Petrobrás sólo llega a 5-6% anual.
Aunque es cierto que muchos actores de oposición vienen anunciando la caída de Chávez ante cualquier problema, hay que mirar con atención el factor de riesgo que este mercado dual pueda sumar a la incertidumbre que ya implica operar en Venezuela, ante las arbitrariedades en las decisiones económicas del gobierno. Y es que los controles cambiarios y la participación de empresas estatales en sus mercados paralelos genera distorsiones que preocupan a muchos observadores. 'Pdvsa es el nuevo Banco Central; genera los dólares de la economía e interviene el mercado cambiario', dice José Guerra, director de la escuela de Economía de la facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Central de Venezuela, y ex economista jefe del Banco Central de Venezuela (BCV). 'El Banco Central oficial está muy disminuido', agrega, un juicio que ganó más voces con la reciente reforma al banco central de Venezuela, que ahora cuenta con la autorización de comprar papeles de Pdvsa, pese a su tradición de no financiar a instituciones del gobierno.
Hoy, Pdvsa, con cada emisión de sus petrobonos, como se le conocen en el mercado, genera ganancias extraordinarias por la prima con que se compran sus papeles en bolívares, lo cual hace ocultar en sus resultados los problemas operativos que tiene la empresa. Por el lado contrario, las empresas que hacen su contabilidad en bolívares, pero que requieren dólares, deben registrar pérdidas por cada intercambio de divisas por la necesidad de contabilizarlo al cambio oficial, pese a que deben comprarlo a un cambio mayor. 'Esto se ha transformado en un enorme dolor de cabeza para la empresa privada, muchas de las cuales hacen cualquier tipo de malabares para evitar la quiebra contable', dice un contador financiero que maneja una operadora de papeles con sede en Caracas y Panamá. 'Muchas están ocultando sus reales balances para no quebrar'.
A la oscuridad contable se suma la carencia de otros activos, además del dólar, en el sistema financiero. 'No existen instrumentos, por ejemplo, que permitan competir con la inflación, que este año llegará a 27%', dice un ex operador de casa de bolsa que vendió su negocio a un banco comercial. A algunos preocupa que se esté generando una Caja de Pandora en la que se estén acumulando pasivos financieros respaldados por activos que son solo artilugios creados por la poca transparencia del mercado. La información en este mercado es tan escasa que es poco probable que las autoridades financieras como la Superintendecia de Bancos, la de Seguros y la Comisión Nacional de Valores, estén concientes de la calidad de los activos que están reportándose.
Algunos, concientes de la insustentabilidad financiera, buscan resguardo en otros mercados como Panamá, que se ha ido llenando de dólares venezolanos en los últimos meses. Pero son altos los incentivos para seguir participando del juego cambiario y emitiendo papeles denominados en dólares. Es probable que la autoridad tenga que tomar medidas para resolver este tema, como una devaluación, una formalización del mercado permuta o una combinación de ambas que desactive la bomba. Pero hasta entonces, la economía seguirá teniendo ganancias y pérdidas por actividades de arbitraje que llevan a los agentes económicos, así como al muchacho en el aeropuerto, a preferir realizar operaciones especulativas antes que tomar su taxi y ponerse a producir.
Giovanny Leon
BD&L Director
Novartis Venezuela
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