El mundo onírico carece de realidad pero muchos sueños traspasan la frontera del subconsciente e impactan en la toma de decisiones. Las ideas residen en ese mundo y es obligación de las organizaciones tratar de descubrirlas, sacarles partido y mantenerlas a salvo de los virus. La trama de esta película ayuda a comprender hasta qué punto un concepto puede cambiar el rumbo de la vida de una persona.
Dom Cobb (Leonardo DiCaprio) es experto en introducirse en la mente de las personas y robarles las ideas como si se tratara de un vulgar monedero. El mundo de los sueños es su lugar de trabajo en El Origen, una película que amenaza con marcar un antes y un después en el cine fantástico.
El grupo que lidera este mercenario de guante blanco se adentra en la cabeza de sus víctimas cuando son más vulnerables, mientras duermen. El acceso al universo El Origen reside en una enigmática maleta metálica que abre las puertas del subconsciente, donde reside el mayor tesoro del ser humano: sus ideas.
La acción frenética de la película enturbia la esencia y la importancia de las emociones, que es lo que persiguen las grandes corporaciones que contratan a estos expertos. Cristopher Nolan, director y guionista de este taquillazo veraniego, asegura que “tendemos a infravalorar nuestros sueños. El Origen propone aumentar su valor, aunque sea en un contexto de ciencia ficción”.
¿Valoran/mos nuestros sueños? ¿Explotan/mos nuestras ideas? Éstas son la materia prima del talento. Cuidarlas y hacerlas crecer es una obligación en las organizaciones, que tienen que valorar la creatividad de sus empleados, en ocasiones, por encima de los resultados.
¿Qué sería de las empresas sin ellas? Bill Gates era universitario cuando creó el germen de Microsoft y, también hace varias décadas, Leopoldo Fernández Pujals convirtió la pizzas en un negocio rentable con una vuelta de tuerca muy simple: el reparto a domicilio. "Una sola idea de la mente humana puede construir ciudades. Una idea puede transformar el mundo y reescribir todas las normas", afirma Cobb en la película.
Compañías como L’Oréal, IBM o Alcatel Lucent disponen de sistemas internos que sacan a la luz lo mejor de sus profesionales. Todas apuestan por el talento interno. ¿Sabía que IBM es la compañía que más patentes ha registrado de forma consecutiva en los últimos dieciséis años? Un logro que le debe a sus más de 400.000 empleados. Para coordinar este flujo de conocimiento, dispone de un lugar en la red –Thinkplace– que permite la generación de ideas y su transformación de manera ordenada.
Los directivos y sobre todo los jefes, por su cercanía con los empleados, tienen la tarea de fomentar y premiar la iniciativa. Y si no surge de manera natural deben organizar las tormentas de ideas –brainstorming– donde todos hacen el papel de Cobb como extractores de conceptos. Sin embargo, en las manos equivocadas muchas de ellas se pueden convertir en un virus letal. “Una idea es peor que un virus, y cuando se inserta en la cabeza de alguien, ya no tiene la posibilidad de deshacerse de ella”, afirma Cobb.
La historia de la humanidad está repleta de líderes que han conseguido aniquilar la mente de sus seguidores, una pesadilla hecha realidad. El Origen diseña escenarios oníricos paralelos para extraer o insertar ideas y lograr hacer realidad los deseos de sus clientes. En la empresa hay que ser capaz de descubrir las mejores ideas, sacarlas de los sueños ponerlas en práctica y convertirlas en resultados contantes y sonantes. Los líderes, como el protagonista, son los elegidos para evitar que las ideas se conviertan en un virus incontrolable.
Fuente: Montse Mateos. E&E
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